El STRESS LABORAL


DE LA SALUD INDIVIDUAL A LA SALUD ORGANIZACIONAL“Realmente no se que me pasa, me siento a veces angustiado o no me provoca hacer nada, ni siquiera el amor,... llego a casa molesto, agresivo, mi esposa y mis hijos pagan mi mal carácter... vivo cansado, profundamente fatigado y con sueño atrasado...” Estas afirmaciones, algunas veces expresadas verbalmente o sólo rondando nuestros pensamientos, son generalmente típicas expresiones sintomáticas de lo que comúnmente llamamos Estrés.
Es inevitable experimentar cierto grado de estrés en la vida, que dependiendo de la ocasión puede resultar hasta beneficioso. No obstante, demasiado estrés es peligroso para la salud en general, ya que se alteran en forma prolongada y perjudicial las funciones de muchos sistemas del organismo.

El estrés es una respuesta normal de nuestro organismo
Ante cualquier situación que represente peligro, sobre exigencia, amenaza, etc. el organismo se prepara para enfrentar o huir de la situación,. En este proceso se segregan sustancias como la adrenalina, la cual se disemina por toda la sangre y es percibida por receptores especiales en distintos lugares del organismo, que responden para prepararse para la acción, generando palpitaciones más fuertes y rápidas, agudeza de los sentidos, aumento en el estado de alerta, reacciones propias de esa situación específica, que luego de pasar, el organismo regresará a su estado habitual.
Los episodios de estrés que duran poco o que no son muy frecuentes representan poco riesgo. Pero cuando las situaciones estresantes continúan no resueltas, se queda el cuerpo en un estado constante de activación, lo que aumenta la tasa del desgaste a los sistemas biológicos. Hay situaciones que el individuo puede experimentar, consciente o inconscientemente, como amenazantes, como las presiones económicas, la sobrecarga de trabajo, el ambiente competitivo, etc., que pueden generar una situación estresante más permanente, que lo hace reaccionar constantemente a la defensiva, tornándose irritable, generando consecuencias nocivas sobre todo el organismo como: elevación de la presión sanguínea (hipertensión arterial), gastritis y úlceras en el estómago y el intestino, disminución de la función renal, problemas del sueño, alteraciones del apetito y mucho agotamiento físico. Como resultado final, el individuo queda preso de una enfermedad mayor.

El trabajo y el estrés
Apartando las horas dedicadas al sueño, las personas pasan mucho más de la mitad de su tiempo inmersos en su trabajo (por supuesto, no nos referimos a las personas que están desempleadas, aspecto del que podemos hablar en una próxima edición), conviviendo en un espacio físico determinado, compartiendo con gente específica, o alternando lugares que en ocasiones ameritan viajes o traslados permanentes.
En este sentido, es obvio suponer que el trabajo puede con facilidad ser la principal fuente de situaciones estresantes que enfrenta todo trabajador, no importa el nivel al que pertenezca. El tener que tomar decisiones importantes, cumplir con las exigencias de horario en una ciudad permanentemente sumergida en un intenso tráfico, la necesidad de lidiar diferencias individuales con compañeros, supervisados o superiores, los miedos conscientes o inconscientes a quedar sin trabajo ante nuevas tecnologías o cambios en el rumbo de los negocios que inducen a reducciones de personal, son situaciones muy propias del entorno laboral de hoy en día.
Ante esta situación, la persona comienza a mostrar alteraciones de orden físico y psicológico, destacándose la irritabilidad, ansiedad, pérdida de energía, desgano, fastidio, relaciones insatisfactorias tanto en el trabajo como en la casa, insomnio, confusión mental, agotamiento, inapetencia, temores muy diversos, grados de impotencia y sentimiento de invalidez psíquica.

El trabajador y la organización ante el estrés
El estrés causado por el trabajo representa una amenaza para la salud de los trabajadores y, como consecuencia, para la salud de las organizaciones, que redunda en un alto costo y una baja de la productividad organizacional.
Es importante no confundir el estrés de trabajo con el reto o desafío, esto es algo distinto, una situación de reto puede ser un interesante estímulo psicológico que tiende a motivar al trabajador en su aprendizaje y desarrollo de nuevas habilidades. De pronto la persona se puede sentir cansada, un poco nerviosa, pero un reto significativo suele convertirse en un ingrediente importante para un trabajo sano y productivo.
En el trabajo podemos encontrar como estresantes más comunes:
El diseño del trabajo: descansos infrecuentes, actividad muy rutinaria o con poco significado, subutilización de las habilidades de los trabajadores, responsabilidades que dan poco sentido de control.
El estilo de dirección: falta de participación por trabajadores en la toma de decisiones, falta de comunicación en la organización, excesivo control sin delegación de responsabilidades.
Las relaciones interpersonales: Chisme y falta de apoyo o ayuda de compañeros y supervisores.
Exigencias y expectativas: Expectativas mal definidas o imposibles de lograr, demasiada responsabilidad, demasiadas funciones, inseguridad y falta de oportunidad para el crecimiento personal, cambios intempestivos para los cuales los trabajadores no están preparados.
Las condiciones ambientales: Condiciones desagradables y peligrosas como las áreas de trabajo atiborradas, el ruido, la contaminación del aire, o los problemas ergonómicos.

¿Quién asume la responsabilidad ante el estrés laboral?
Tanto el trabajador como la organización donde presta sus servicios deben asumir su cuota de responsabilidad para aliviar el estrés y aprender a vivir en forma más saludable. Obviamente la persona, responsablemente, debe entender que una situación permanentemente estresante puede llegar a consecuencias muy graves en su salud, tanto física como emocional y mental. De manera que la salida no es negar o ignorar su problema o tratar de ocultar los síntomas del estrés ingiriendo fármacos, ya que la ausencia de síntomas no quiere decir que se ha eliminado el estrés. De hecho, el estrés continúa haciendo su labor destructiva dentro del organismo y en lugar de aliviar el estrés, lo que hacemos es eliminar las señales de alerta que el cuerpo nos provee y que nos indican que debemos reducir la carga que estamos imponiendo a nuestro organismo.
Por otro lado, la experiencia demuestra que las condiciones estresantes de trabajo están asociadas con el ausentismo laboral, la tardanza, y un aumento en la rotación de personal, lo cual afecta considerablemente la “salud” de la organización. Una organización sana se caracteriza tanto por tener bajas tasas de enfermedad, accidentes, lesiones e invalidez en su personal, como por su productividad y competitividad en el mercado.

¿Qué hacer frente al estrés?
No existe una fórmula sencilla e infalible que pueda "curar" el estrés. Para el trabajador seguramente le resultará muy difícil cambiar el ambiente desestabilizador por uno más equilibrante en el trabajo, pero si puede “reaprender” la forma como maneja su día a día laboral, y por lo menos, disponer de un ambiente más armónico con los familiares, amigos y relaciones habituales. Entre otras cosas puede:
- Dedicar tiempo al ejercicio físico, una excelente forma para canalizar la agresividad y la tensión.
- Aprender y practicar técnicas de relajación
- Programar las actividades para que no se acumulen ni se conviertan en "incendios".
- Establecer prioridades claras.
- Delegar responsabilidades.
- Aprender a decir NO a los compromisos que no se pueden cumplir.
- Hacer bien y pronto lo que se puede hacer y olvidarse por completo de lo que no se puede.
- Asumir los grandes retos como secuencias de pequeños pasos.
- Practicar terapias antiestrés y sobre todo estar alerta de sus pensamientos y el manejo de sus emociones ante las situaciones que suelen resultarles estresantes en su actividad laboral.

En cuanto a las organizaciones, la situación la complica las diferencias individuales de sus trabajadores, ya que lo que es estresante para una persona podría no ser problema para otra. De manera que la estrategia puede ser de tipo organizacional enfocada en la prevención, y de tipo individual, con apoyo directo a casos particulares, para ayudarlos a mejorar sus habilidades para sobrellevar las situaciones difíciles de trabajo.
Como reglas generales preventivas se puede sugerir:
- Diseñar los trabajos para proveer el significado, el estímulo y las oportunidades para que los trabajadores usen sus habilidades.
- Definir claramente los papeles y responsabilidades de los trabajadores.
- Fijar el volumen de trabajo acorde a las habilidades y los recursos de los trabajadores.
- Dar oportunidades a los trabajadores de participar en las decisiones y acciones que atañen a sus trabajos.
- Mejorar las comunicaciones y reducir la incertidumbre sobre el desarrollo de carrera y las posibilidades de trabajo en el futuro.
- Proveer oportunidades para la interacción social entre los trabajadores.

Acerca de la ayuda terapéutica
A muchas personas, lamentablemente y por muy diversas razones, les cuesta aceptar que están padeciendo de un problema cuando éste guarda relación con sus emociones y sus pensamientos. Pero es una realidad, difícilmente cuestionada, que mente y cuerpo se influyen constantemente entre sí hacia la salud y bienestar o hacia la enfermedad. De manera que la salud no está por completo en el cuerpo o en la mente, sino en ambos. Hoy en día existen diversas formas de ayudar a las personas a enfrentar el estrés, o mejor aún al desarrollo de las habilidades para reencuadrar la percepción de los eventos y situaciones que le resultan estresantes a una persona.
Aparte de los masajes antiestrés, a través de la Psicoterapia se trabaja, entre otros, cambios de paradigmas, la calidad de las relaciones consigo mismo, con su entorno laboral, social y familiar, la ayuda a la persona para identificar claramente sus metas de vida, para reorientar el curso de sus acciones, y sobre todo desarrollar flexibilidad en su comportamiento, aspecto sumamente necesario en este mundo tan cambiante que nos ha tocado vivir.
Existen otras modalidades terapéuticas más dirigidas al aprendizaje y desarrollo de respuestas cerebrales inconscientes, que ayudan al individuo a encontrar rápidamente el equilibrio emocional ante cualquier situación estresante para él, como es la Neuroterapia o Neurofeedback, entrenamiento dirigido a reequilibrar los patrones de la respuesta electroencefalográfica, que como consecuencia del estrés permanente que ha vivido la persona, han sufrido alteraciones que se traducen en falta de memoria, de concentración, estados de ansiedad y/o depresión o problemas con el sueño. También están las terapias antiestrés con la tecnología Megabrain, para buscar, la sincronización en el funcionamiento de los dos hemisferios cerebrales hasta alcanzar la frecuencia rítmica y la interrelación adecuada.
En todo caso, asumir la responsabilidad del proceso personal y organizacional, es el paso fundamental.

Gerardo J. Velásquez D.