LA BELLEZA FÍSICA Y EL SÍ MISMO


No cabe duda que lucir bien es un buen incentivo para las personas. Sin embargo, los atributos físicos que se heredan, o los defectos que se adquieren a través del devenir de la vida no siempre favorecen a la mayoría de las personas. Afortunadamente hoy hay muchas alternativas que posibilitan que tales atributos se puedan ir incorporando y muchas veces se logran cambios bastante interesantes que prácticamente hasta pueden transformar a un individuo de pocos o limitados atributos en una esbelta y muy atractiva persona.

En la actualidad, puede considerarse una actividad de rutina el ingresar a un quirófano para embellecer la imagen corporal. Sin embargo, son muchos los elementos que deben considerarse a la hora de tomar la decisión, muy importante por supuesto será la escogencia de la institución o el profesional, pero no menos importante ha de ser las razones de peso que llevan a la persona a aceptar pasar por el proceso quirúrgico, ya que aunque pareciera obvio que la intención es agregar o corregir aspectos para lograr una mejor apariencia física, el resultado emocional pudiera ser muy negativo si los resultados obtenidos no concuerdan con los objetivos “secundarios” que están detrás de la decisión tomada.

Objetivos claros
Además del embellecimiento físico, el someterse a una cirugía estética también brinda a la persona la posibilidad de proporcionarle una imagen más adecuada y positiva, mejorarle su autoestima, otros aspectos de salud y, por lo tanto, su calidad de vida. De manera que, dados los avances modernos y existiendo la posibilidad, bien vale la pena para muchas personas pasar por ese proceso. Ahora, cuando hablo de beneficios “secundarios”, me quiero referir a esas intenciones que consciente o inconscientemente se esconden detrás de todo comportamiento humano. De allí la importancia de una sincera autoevaluación sobre los motivos que lo conducirán a la cirugía.

Si existe la expectativa que con el cambio físico resultante se logrará por ejemplo la recuperación del amor perdido, de ganar la competencia al amante de su pareja, de conseguir en cierto lapso una pareja, de la obtención de un empleo, u otras expectativas similares, la consecuencia emocional puede ser devastadora al no alcanzarse dicha o dichas expectativas. Mientras la cirugía estética sea un complemento para mejorar la imagen de la persona y no para ocultar la insatisfacción o la frustración que ésta tenga, seguramente será beneficiosa. Cuando la persona busca en la cirugía estética un complemento a su figura, los resultados suelen ser favorables. Distinto será si la persona, apoyándose en esta práctica trata de compensar alguna frustración, ya que las probabilidades la llevarán a mayores complicaciones en el ámbito emocional.

La imagen de sí mismo o Autoimagen
¿Qué hace que algunas personas, después de una operación de cirugía plástica, siguen comportándose como si mantuvieran los mismos problemas de estética, los mismos defectos o conservaran las mismas cicatrices?. Evidentemente, aquí el problema va mucho más allá del mero cambio físico. Puede que se trate más de un gran problema de autoestima o del marco de creencias que la persona tiene sobre sí misma.
Cuando la imagen de sí mismo y la autovaloración de una persona dependen del peso corporal o de de sus formas, las conductas obsesivas suelen ser el resultado, surgen entonces problemas como la bulimia o la anorexia, o el permanente tratamiento quirúrgico de embellecimiento, que ya no tiene que ver con la realidad de su apariencia ante los demás, sino con el verdadero problema de cómo se ve a sí misma, alterando en consecuencia tanto su salud mental y emocional como la de sus seres queridos que ven con impotencia el problema de la persona.

De allí la importancia de la autoimagen, que no es otra cosa que el conjunto de creencias u opiniones que la persona tiene de sí mismo, de cómo se ve como persona, cómo percibe sus características y atributos (su autoimagen real), de cómo de gustaría verse (su autoimagen ideal), o cómo cree que es en función de las opiniones de los demás (su autoimagen social).
Por supuesto esta autoimagen, no sólo tiene que ver con el aspecto físico, sino con el aspecto holístico de la persona.

La idea siempre debe ser sentirse bien con uno mismo. Obviamente, una cirugía estética debe redundar en una mejor apariencia física, sin embargo, cuando las personas acceden a las cirugías estéticas buscando con lo externo eliminar conflictos internos, la situación suele complicarse, pues el conflicto no desaparece con el cambio físico. Por el contrario pueden aparecer problemas mayores como la obsesión, la depresión y otros trastornos emocionales.

La armonía mente – cuerpo
Seguramente estamos acostumbrados a escuchar que mente y cuerpo son esenciales para una buena salud integral. Yo me inclino más a la tesis que nos presenta ante el mundo como la sumatoria de cuatro “cuerpos”, a saber, un cuerpo físico que es el que mostramos ante un espejo, el que expresa la salud física o en su defecto la enfermedad, un cuerpo mental, que contiene nuestros pensamientos y manera de pensar, un cuerpo emocional, responsable de cómo enfrentamos y nos comportamos ante las emociones que vivimos, aspecto que se considera básico en la inteligencia emocional y por último, un cuerpo espiritual o energético, que nos conecta con la energía de la vida y todos sus elementos.

Estos cuatro cuerpos trabajan como un sistema en la salud integral de toda persona, y por supuesto una alteración en cualquiera de ellos, alterará el sistema total. De manera que no cabe duda que todo lo que hagamos para mejorar nuestro cuerpo físico, irá igualmente en beneficio del sistema total y por ello será importante todo lo que se pueda hacer a su favor. No obstante, es necesario que en forma paralela también se dedique atención a la revisión de los otros componentes del sistema, tanto a nuestros pensamientos y el manejo de las emociones, como a la alimentación espiritual.

Lograr y mantener el cambioVale también destacar que un esfuerzo de mejora física se puede perder si no se cambian algunos hábitos de vida. Desear estar sano no es lo mismo que estar dispuesto a adoptar un estilo de vida más saludable, y tampoco es lo mismo tener buena voluntad para adoptar nuevos hábitos que ser capaz de practicarlos. Dado que los hábitos son patrones de comportamiento instalados es probable que se requiera ayuda para pasar de los deseos a la práctica y establecer nuevas pautas de comportamiento, ya se trate de establecer una rutina sencilla de ejercicios, comer sano, aprender a manejar el estrés, o un cambio de hábitos más complejos como alejarse de las drogas, dejar de fumar o limitar el consumo de alcohol.

Con la ayuda psicoterapéutica, más específicamente con la aplicación de técnicas desarrolladas en Programación Neurolingüística (PNL) se puede ayudar a la persona a descubrir mecanismos internos que bloquean el cambio de un hábito, que hacen que la persona tenga una autoimagen distorsionada y una baja autoestima y a definir las estrategias para mejorar la autoimagen y desarrollar nuevos hábitos de comportamiento, algunas veces con ejercicios sencillos de cambios en la manera de percibirse a sí mismo, sean estos visuales, auditivos o kinestésicos y otras veces trabajando con los valores personales o profundizando en el cambio del marco referencial de creencias de la persona.

Recordemos que toda persona tiene una imagen mental de cómo cree que es. Esta imagen, que suele ser visual puede estar acompañada de otros componentes sensoriales, tales como mensajes que se manifiestan como voces internas o sensaciones físicas. Si esta autoimagen resulta funcional, facilitará la activación de los recursos necesarios para sentirnos bien y tomar buenas decisiones. Si es disfuncional, se puede cambiar u optimizar con la ayuda respectiva. Lo importante siempre será aprovechar al máximo y en congruencia todo aquello que estemos dispuestos a mejorar para dar la mejor calidad de vida a nuestra existencia

Gerardo J. Velásquez