LAS DROGAS, DESTRUCCIÓN Y PERDICIÓN DE LA ADOLESCENCIA


Volviendo al tema de la adolescencia, en esta oportunidad quiero avocarme a un aspecto bien delicado que afecta a un gran número de familias, como es la adicción a las drogas y su impacto en la adolescencia, ya que es precisamente en esta etapa donde suele iniciarse el problema. El ser joven va generalmente acompañado de la búsqueda de aventura, curiosidad y placer desmedido. Por otra parte, está también la común rebeldía, la impulsividad y la inexperiencia, que inciden en generar comportamientos sin la medida de las futuras consecuencias. En estos comportamientos siempre está presente la posibilidad que el adolescente se inicie en el consumo de drogas.

LOS FACTORES DE RIESGO
No se puede decir que existan razones específicas que determinarán que un joven se encaminará hacia el consumo y posterior adicción a las drogas, de hecho, se suele afirmar que la droga no respeta sexo, apellido, estatus social, lugar de residencia, etc. Sin embargo la experiencia determina que sí existen factores de riesgo que lo hacen más probable. Por supuesto el seno familiar, la manera de criar y educar a los hijos y el afecto que se les da van a jugar un papel fundamental.
Podemos mencionar que más riesgo presentará el joven que muestra problemas con la figura de autoridad, que presenta síntomas depresivos o de ansiedad, que suele manifestar quejas por aburrimiento y que tiene problemas para demostrar sus sentimientos.
Por otra parte estará también en mayor riesgo el adolescente cuya familia presenta antecedentes de drogodependencia, él que pertenece a familias donde las relaciones interpersonales son problemáticas, y sumado a eso, que en el medio donde se desenvuelve tenga mayor posibilidad de hacer amigos consumidores.

EL CAMINO A LA ADICCIÓN
Para nadie es un secreto las terribles consecuencias a la que se puede enfrentar una persona y sus seres queridos una vez que se llega a la adicción. Sin embargo, a tal adicción no se llega de la noche a la mañana. Esto puede ser rápido, pero por lo general es un proceso que, al igual que una enfermedad se puede evitar o parar si se detecta y se actúa a tiempo.
En la mayoría de los casos el inicio en el consumo de drogas viene posterior al consumo de las drogas socialmente aceptadas como son el alcohol y el cigarrillo, para luego, por razones de curiosidad, para sentirse bien, para reducir el estrés o por simple presión social de los amigos, comienzan a probar otras sustancias como la marihuana, con la falsa creencia de que ésta es una droga "suave" y no adictiva, el extasis, la cocaína u otras drogas similares. Esto puede quedar en una simple curiosidad satisfecha sin mayores consecuencias, o el consumo puede continuar hasta la terrible llegada a la adicción.
Apoyándome en el volumen escrito por Luis Salazar Lozano ¿Cómo saber si mi hijo consume drogas? para el Centro Victoria del Perú, voy a identificar tres niveles de consumo, que van a determinar una patología que crece de un nivel a otro, con el agravante que no se tiene conciencia que se va en ese camino. De allí el papel importante que debe jugar la familia, para identificar las características de comportamientos que pueden ser motivo de alarma para detectar la posibilidad que se esté ante un caso de consumo de drogas y en consecuencia actuar:

El Consumidor Ocasional: Hablamos de consumidor puesto que ya no se trata de experimentar, ya que de hecho se conoce bien el efecto que la sustancia hace a la persona. Entre los comportamientos que se suelen presentar en este nivel de consumo están:
- Tiene la mentalidad de que el fin de semana es sagrado para él
- Sus salidas a la calle, fiestas y reuniones se hacen más frecuentes
- Pide permiso para dormir en casa de amigos o para ir a campamentos o viajes, más veces de lo acostumbrado
- Se queda más tiempo afuera y, al regresar, evita el contacto con los miembros de la familia
- Trata de no explicar sus actividades fuera de casa y, si lo hace, suele caer en contradicciones
- Tiene amigos nuevos y desconocidos para la familia
- Se despreocupa de su forma de vestir
- Baja su rendimiento e interés en los estudios
- Tiene un apetito exagerado o deja de comer
- Se vuelve distante a la familia
- Trata de disminuir su aliento con caramelos de menta y usa gotas para los ojos
Estos comportamientos de manera aislada no son indicativos de consumo ocasional, pero si existen cuatro o más de estos signos, es una señal de alerta que no se debe descuidar. En este nivel no se puede hablar de la existencia de una patología, pero es importante insistir que el camino se ha iniciado y no se tiene conciencia del riesgo que existe de continuar hacia la adicción.

El consumidor frecuente: En este nivel ya estamos en frente de una patología. El peligro es mayor porque el joven cree que tiene control sobre la droga y hace afirmaciones como “yo domino la droga y cuando quiera la puedo dejar”, “sólo consumo porque estoy en una mala racha sentimental, cuando se me pase, consiga otra novia, trabajo, etc. la dejaré” y otras afirmaciones similares que van tapando una realidad que día a día se va agravando. Aquí podemos encontrar comportamientos como:
- Prácticamente no pasa tiempo en casa. Evita contacto con la familia. Siempre tiene citas reuniones, etc.
- Es frecuente que llegue a casa al día siguiente, especialmente los fines de semana
- Recibe llamadas telefónicas de desconocidos y sale de casa de improviso con cualquier excusa
- Pasa largos períodos de encierro y soledad dentro de su habitación
- Muestra estados emocionales variables entre alegría y depresión
- Se muestra agresivo cuando se invade su privacidad
- Descuida su aspecto personal y su condición física decae
- Su ropa queda impregnada de olor semejante a hierba quemada si consume marihuana, o tiene un olor más penetrante, similar al kerosene, si consume sustancias más fuertes
- En sus bolsillos se puede encontrar palitos de fósforo partidos, papel de armar cigarrillos u otros residuos
- Llega a extremos de conducta: Come, duerme o se ríe exageradamente, o pierde totalmente el apetito, padece de insomnio y habla más de la cuenta
- Nunca tiene y siempre necesita más dinero
- Es mucho más frecuente el uso de caramelos y chicles o pastillas para el aliento y de gotas para los ojos

El adicto: Este es el resultado y triste final del proceso, donde la enfermedad alcanzó su máximo nivel. El adicto tiene conciencia de su adicción y a pesar de negar su condición sufre por ello. Se siente preso de su adicción, ya que aunque lo intente suele fracasar en el control o interrupción del consumo. En este nivel la familia vive en constante zozobra, porque nunca sabe que va a pasar con él y entra en la desesperación e impotencia de querer ayudarlo y ver que sus intentos se desvanecen. Entre los comportamientos más resaltantes encontramos:
- Ha creado caos y desconfianza total en la relación familiar
- Es un depredador de su casa. Se lleva cuanta cosa esté a su paso que pueda vender
- Reacciona con violencia cuando entran a su habitación o revisan sus cosas
- Introduce adictos en el hogar, los presenta como amigos y normalmente recibe visitas de personas de dudosa reputación
- Ante la necesidad de consumir alcanza tal insensibilidad que ni el llanto de su madre lo detiene
- Muestra profundas ojeras y su rostro prácticamente ha perdido la sonrisa
- Es muy creativo para mentir, inventa toda clase de historias para logar dinero para su vicio.
- Tima a todo el que pueda
- Puede llegar a cometer cualquier delito para conseguir la droga
De allí el resto del camino va desde la cárcel, el hospital y hasta la muerte.

LA RESPONSABILIDAD DE LA FAMILIA
Sabemos que la mejor prevención viene dada de la misma familia, donde:
Las relaciones familiares se promueven con un balance entre la calidez emocional sin descuidar la disciplina.
Se actúa modelando conductas adecuadas, así como normas, principios y valores
Se enfrentan y se resuelven los problemas
Se establecen bases de confianza entre padres e hijos
Se manifiesta permanentemente el afecto y el amor

Es difícil el poder determinar cuáles de los adolescentes van a experimentar y parar ahí, y cuáles van a desarrollar problemas serios. De allí la importancia y el papel fundamental que juega la familia. No se trata de volverse perseguidores u obsesivos, lo importante es estar alerta y sobre todo entender, en lugar de negar, que el problema puede ocurrir.
Lo primero es asegurarse que se está ante un adolescente que se inició en el consumo y confrontarlo con la verdad, en cuyo caso es importante que no se reaccione con violencia, sino de una forma amigable, abordando el problema de una manera directa y honesta, manteniendo siempre una actitud de ayuda firme, pero afectiva.
Siempre hay que tener presente que el consumidor y más si es adicto se convierte en un mentiroso y manipulador por excelencia, de manera que se tiene que evaluar muy bien la información que se reciba de él.
Si se trata de un consumidor ocasional, las probabilidades de solucionar el problema en casa son altas, estableciendo un mejor diálogo, dando mucho afecto, amor y apoyo emocional. En caso de ser frecuente o adicto, es importante la ayuda especializada.
En todo caso siempre será clave que la persona acepte que está ante un serio problema y asuma la responsabilidad de su recuperación.

Gerardo J. Velásquez D.

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